Capítulo 8
Conversaciones amistosas
-Tan claro como una charla entre hombres,
tan profundo como una plática entre mujeres.
Ben se sorprendió al
mirar a Derek en la entrada de la casa, nunca lo admitiría pero compartir el
piso con los demás chicos sin Dek era muy aburrido, nadie le lleva la contra,
todos eran como perros falderos.
-Déjame adivinar,
Peggy te corrió-, se burló Ben y no lo invitó a pasar, se quedaron de pie en la
cochera.
Ben había querido
odiar a Peggy, Sami, como la llamaba Dek, era una sabelotodo con curvas, no
podía imaginarse teniendo una relación con ella, pero al parecer su amigo sí,
la sonrisa con la que él respondió hablaba de satisfacción, juegos de cama y
algunas otras cosas más que Ben hace mucho que no tenía: tranquilidad, paz,
seguridad, cariño.
Hizo una mueca ante
sus pensamientos cursis.
-¿Que pretendes
ahora Ben?-, preguntó Derek y él alzo los ojos al techo, quizás era hora de
darse cuenta que la amistad con Dek ya era agua pasada, sabía que él tenia
parte de culpa, después del divorcio de sus padres cuando cumplió quince, había
hecho de todo para volverse un cabrón, muchas veces Derek había aguantado las
consecuencias.
-¿Pretender con qué?
-Lo de Leysi era
solo un favor, ya no deberías seguir rondándole, a menos que se te haya
ocurrido alguna otra idiotez como la apuesta de Sami.
-No deberías llamar
idiotez a mi intento de juntarlos.
Derek le lanzó una
mirada malhumorada y Ben dejó atrás las bromas.
-Leysi es asunto
mío.
-No, no lo es.
Ben apretó la
mandíbula y se frotó la nuca con una mano.
Derek podía
criticarle cualquier cosa, le sabía bastantes trapos sucios, pero la brujita no
entraba en ellos, Ben no quería que nadie hablara de sus intenciones con ella,
joder, si ni el mismo sabía cuáles eran sus intenciones, solo que las tenía,
buenas o malas, quién sabe, quizás las dos, una cama, ese cabello rebelde,
disfrutar de ese cuerpo que no podía quitarse de la cabeza aunque fuera
distinto a cualquier otro que hubiera tenido y había tenido su buena cantidad.
-¿Ben?
La voz de Dek lo
regresó al momento y Ben frunció el ceño, ¿Pensaría el modelito igual que él?, tenía
que moverse rápido, no quería ser la segunda opción de la brujita, había tomado
una decisión, ella estaría en su cama.
-Deberías irte
Derek, yo no me meto en tu vida ya, tú no te metas en la mía-, contestó Ben y
entró en la casa dejando a su viejo amigo con la palabra en la boca.
Subió las escaleras
de la casa de cinco habitaciones que su papá rentaba para él y "sus
amigos", un intento pobre de mantenerlo contento, quería ducharse antes de
ir a buscar a la brujita y comenzar a llevarla hacia donde él quería. Su móvil sonó
y lo miró sonriendo, otra foto, unos brazos delicados tapaban unos pechos muy
generosos, la foto no dejaba ver la cara de la chica, como en las anteriores,
Ben tenía que darle merito, eran buenas fotos, simplemente él no era nunca el
seducido, a él le gustaba elegir no que lo atraparan como la chica-foto estaba
intentando hacer desde hace varios días.
Dejó el teléfono en
la cama mientras se quitaba la camiseta, la pantalla aún mostraba la imagen
descartada.
***
-¿Hola?-, la voz al otro
lado de la línea hizo a Tomas enderezar la espalda, había sido mala idea usar
el teléfono público de los dormitorios para hacer la llamada pero hasta la próxima
paga no podía soltar dinero suficiente para saldo en el móvil, todo su fondo
del mes estaba destinado para una sola cosa, tal vez era una estupidez pero lo
necesitaba.
-¿Hola?
-Hola, lo siento,
¿es usted Luis Bruno?-, Tomas respiró hondo, le había tomado su par de días
averiguar el numero de teléfono del padre de Kat.
-Sí, soy yo, ¿Quién
habla?
-Un amigo de Kat…
Katerin.
El silencio que prosiguió
le hizo sentirse tonto, no había sido una buena idea, simplemente debería seguir
insistiendo.
-¿Tomas?
-Le ha hablado de mi
-, no pudo contener la emoción de su voz.
-Sí, lo ha hecho,
chico, lo cual es una novedad.
Tomas no sabía muy
bien que contestar.
-Hubiera deseado que
habláramos por primera vez en otras circunstancias, señor, yo...
-La hiciste sufrir.
-No intencionalmente.
-¿Vas a volver a
hacerlo?
-No sé cómo
contestar a eso, sé que no quiero hacerlo sufrir pero he aprendido que las
personas tenemos especial talento en eso, hacer sufrir a las personas que
amamos, haré todo lo posible por no hacerlo.
De nuevo el silencio
le hizo pensar que el padre de Kat iba a colgar, habló sin pensar demasiado.
-Ella me contó sobre
su madre, se que ella se fue, solo han sido ustedes dos por mucho tiempo, cometí
un error al no decirle todo de mi desde el principio, entiendo su miedo, pero
no quiero que me aparte, no quiero.
-Entonces demuéstrale
que estarás ahí, no te rindas, te contó sobre su madre algo que casi nunca
hace, está asustada de tu cercanía y de lo que siente, eso está a tu favor y...
-¿Si?
-Espero conocerte
pronto.
Tomas salió rumbo a
su siguiente destino, cuando llegó a la sala de tatuajes en el centro de la
ciudad recordó la flor delicada en el pie de la gatita y sonrió, no iba a
rendirse.
***
Alan abrió la puerta
para ver a Erik al otro lado, debería seguir enojado con el tipo, aunque no sabía
muy bien por qué le molestaba tanto que le hiciera ver que no entendía a
Lizeth, que tal vez él era el único que no entendía.
-¿Vienes a llamarme
tonto de nuevo?
Erik se encogió de
hombros.
-Te compartas como
uno, no debería de sorprenderte.
-No sé que ideas
extrañas tengas en la cabeza, simplemente olvídalo-, murmuró Alan sentándose en
el sofá, los libros de Lizeth habían estado ahí la noche anterior mientras ella
estudiaba y lo ignoraba por completo.
-Lizeth y tú no es
una idea extraña.
-Ya basta Erik.
Su amigo se paseó
por la sala y luego se sentó a su lado mientras sonreía.
-Ayer estaba
hablando con Simón sobre ustedes dos.
-No estoy muy seguro
de que me sienta cómodo con ustedes dos haciendo de Cupido.
Erik no le hizo caso.
-Él dice que Sami no
te necesitaba por eso es fácil quererla. A Lizeth le gustas...
-Ya basta.
-Lizeth no está
pidiendo algo que no puedas darle.
-Ya le fallé a Sara-,
murmuró Alan diciendo en voz alta sus miedos por primera vez.
-No, no lo hiciste,
cuando te necesito ahí estuviste, si sigues así me vas a obligar a llamarla y
hacer que tu hermana te jale de las orejas. Solo contéstame algo. ¿Que sientes
por Lizeth?
-No lo sé.
-Simón tiene razón,
es más fácil convencerte de languidecer por Sami que tener el valor de tener tu
propia historia.
-Cállate Erik.
-¡Eres un cobarde!-,
gritó su amigo exasperado.
-Cállate o mejor aún
vete de aquí.
-Cobarde, cobarde,
cobarde…
-¡Ya basta!
-Dime que sientes
por Lizeth, solo dilo.
-¡Todo!... yo siento todo por ella.
***
Lizeth estaba
terminando de lavar los utensilios de las cafeteras, por fin había llegado la
hora de cerrar, miró a Sami que limpiaba el piso al compás de la música que
sonaba desde la consola, ella no era de las que movían su cuerpo con
naturalidad pero tarareaba la letra también.
Dos golpes en la
puerta la sobresaltaron, por un momento Lizeth se asustó pensando en un asalto,
una broma de mal gusto o algo así, cuando logró distinguir las dos figuras
fuera de la cafetería soltó un suspiro de alivio.
Eran Leysi y otra
chica.
Lizeth conocía
ligeramente a la chica entusiasta y llena de energía que saludó a Sami y
después avanzó hacia ella dándole un abrazo a modo de saludo.
-Hola chicas,
sentimos llegar a estas horas, seguramente deben estar cansadas.
-No te preocupes
Ley-, sonrió Sami quien sacó varias latas de refresco de la nevera y varios
trozos de pastel.
-Yo invito-, dijo
encogiéndose de hombros.
La chica que
acompañaba a Leysi codeó a su amiga.
-Lo siento, Nasi
estoy nerviosa.
-Ya lo noté.
-Sami, Liz, esta es
mi compañera de cuarto, Nasi.
-Mucho gusto-, sonrió
Lizeth, en su pecho afloró algo cálido, quizás, solo quizás había caído entre
un grupo de chicas que le encantaría que fueran sus amigas.
Nasi se aclaró a
garganta, Leysi rodeó los ojos mientras Sami comía pastel.
-Ahora que lo
pienso, no tengo necesidad de saber nada sobre él, los muñecos de plástico no
son interesantes, los muñecos de plástico no son interesantes…
Leysi siguió
murmurando mientras Nasi rodeaba los ojos daba una mordida a su pedazo de
pastel y señalaba con el tenedor a Sami.
-¿Sabes que pretende
Ben?
Sami levantó las
manos.
-Los hombres son
igual de complicados que nosotras.
-Y más tontos-, dijo
una voz desde la puerta, Katerin entró y cerró.
-Estaba abierto-,
advirtió al ver los rostros confusos.
-Noche de chicas-,
gritó Sami, mostrando un entusiasmo y cariño sincero que chocaba con la
incertidumbre de todas las demás mujeres en el lugar.
Después de un
comienzo algo torpe en la conversación, Sami había logrado ayudada por Nasi
saber más sobre las historias de las chicas frente a ella.
Leysi murmuraba,
Lizeth movía nerviosa las manos y Kate se despeinaba el cabello corto con las
manos.
-Admítelo Samantha, es
difícil competir contra tu recuerdo, la forma que hiciste cara a Ben, la forma
que lo retaste, la amistad fácil que entablaste con Alan o tu… tu pasado con
Tomas-, terminó Katerin con voz débil.
Sami miró hacia su
taza y sonrió muy suavemente.
-Yo ya encontré a mi
pastelito de chocolate, Alan, Ben y Tomas encontraran a la chica correcta.
-¿Y nosotras lo
somos?
-Eso espero, pero la
pregunta no es si ustedes son perfectas para ellos, pregúntense si ellos son
perfectos para ustedes, si es así, entonces cojan su pastelito con ambas manos.