Crazy

Capítulo 9

Zek estaba desquitándose con ella, mala suerte para Candyfloss haberlo buscado ese día, él estaba tratando de ahogar su enojo en su dulce sabor, quería perderse en ella, quería dejar de pensar y solo sentir su piel, sus labios, el dulce que parecía emanar de ella, quería enterrase tan profundo en su cuerpo que no quedara espacio para nada más.

Una parte de él quería hacerle daño, hacer que ella se enojara con él y se alejara, quería que lo dejara solo y a la vez se moría de miedo al pensar que eso sucediera.

Era un maldito loco.

La sujetó contra la pared, mordisqueando sus labios, gruñendo cuando ella quiso devolverle el favor y aprisionó su labio inferior, enterró su lengua en la boca diciéndole quien mandaba en aquel intercambio, ella le jaló un poco un costado de la barba y algo salvaje dentro de él se regocijo, se alejó de ella antes de que él le hiciera daño de verdad.

-Deberías irte-, le dijo con la voz agitada, Mica le miró a los ojos y él se maldijo tocándose el puente de la nariz.

-Mírame Zeki-, habló ella lentamente y él presionó sus palmas en puños antes de encontrase con sus ojos.

Ella le sonrió antes de quitarse su playera.

No llevaba sostén, él se había dado cuenta que no le gustaban mucho.

Zek se bebió la imagen de ella, se dio cuenta que Mica lo entendía, sabía lo que él necesitaba, se lo ofrecía, eso le ayudó a calmarse.

-Ve a la habitación

Ella caminó sin decir nada, haciendo lo que le había pedido.

Tomó aire nuevamente.

-Espero que estés preparada para esto Candyfloss-, murmuró a nadie en particular.

Cuando Zek entró a su habitación, la encontró completamente desnuda, sentada sobre su colcha negra, tuvo que detenerse para admirar la imagen.

-Gírate

Ordenó, sabía que estaba siendo casi grosero pero se negó a pensar demasiado, ella le había permitido comportarse así. Corrección, ambos estaban locos.

Mica sonrió y se giró lentamente quedado sentado sobre sus talones, su tatuaje reluciendo contra la luz de la habitación.

Zek se desnudó rápidamente y se subió a la cama, rodeó su cintura con un brazo, colocando una mano en su entrepierna, sin ningún otro toque amoroso.

La acarició lentamente deleitándose con la humedad que desprendía.

-No será suave-, aseguró él hablando a su oído, besando su cuello.

Toda su respuesta fue colocarse sobre sus brazos y rodillas, ofreciéndose a él.

Zek quería penetrarla y olvidar pero su gesto le ablandó más, acarició su espalda y besó su columna mientras seguía acariciándola íntimamente.

Ella comenzó a murmurar palabras bajas que lo hicieron sonreír y desearla aun más.

Se inclinó y le dio un beso a su sexo haciéndola estremecer y sin más palabras, se colocó presionando su pene, perdiéndose en ella.

Mica jadeó, se empujó hacia él, combinando un movimiento con cada uno de los suyos.

-Acaríciate-, murmuró mientras sus manos se aferraban a sus caderas.

Ella comenzó a temblar, gimió su nombre y sus piernas cedieron, ambos cayeron al colchón y él se recolocó para seguir enterrándose en ella, cada movimiento mejorar la fricción de sus cuerpos.

Zek besó su hombro y enterró el rostro contra su cabello cuando se liberó dentro de Micaela.

Pasó los dedos por la espalda suave, la sintió acercar más a su cuerpo, nunca había pensado que se sentiría tan bien estar acostado abrazándola, aun esa noche, la sensación era sublime.

Casi parecía que todo el mundo fuera de su cama no importaba, ella lo protegía.

Él desechó el pensamiento pero la sujetó más firmemente contra si, Mica no lo miró pero le hablo sabiendo que Zek escuchaba.

-¿Por que estabas tomando?

-¿Te molesta?-, replicó él sin querer responder en realidad, ella no dijo nada más, una manera de decirle que no presionaría pero que a él le parecía una pesada losa.

No llegó a tomar la decisión de contarle toda su jodida historia, simplemente comenzó a hablar casi sin darse cuenta.

-Llevo bastante tiempo sin ver a mi padre, creí que estaba bastante claro que no quiero tener nada que ver con él, de hecho con nadie de la familia, no me interesa jugar a las apariencias con ellos.

Hoy me llamó mi madre, lo cual es una gran novedad, toda la conversación se centró en el hecho de que tenía que asistir a la fiesta que celebran mañana para festejar los cuarenta años de mi padre como abogado, claro que esperaba que el asistir significara que me vistiera adecuadamente, sin mostrar mis horribles tatuajes, no sabe del nuevo color de cabello o la barba, ella dijo sin ningún miramiento que si no asistía, ellos tendría que soltar una historia barata sobre que yo estaba estudiando en el extranjero

Mica seguía trazando patrones en su torso, cuando habló nuevamente no le miró.

-No te estaba invitando porque le interesara tu presencia, le interesan las apariencias.

-No me sorprende, en realidad no pensaba ir, me importa poco si dicen que estoy en Malasia.

-Hay algo más, ¿verdad?

-Mi padre tiene una intachable fama como abogado, en el circulo social en el que ellos se desenvuelven se le considera un símbolo de moralidad y respeto, cuando era más joven yo también lo creía

Zek dejó escapar una risa amarga

-Cuando mi hermano comenzó a trabajar en el despacho a su lado fue cuando la realidad fue más clara, a Abraham le falta la doble fachada de mi padre, a las primeras de cambio me soltó todo, la forma en que nuestro papi tenía dos tipos de clientes, los conocidos y los que pagaban bien, empresarios corruptos sobretodo. La imagen que tenía de él se rompió aquel día pero fue poco después cuando todo lo que me unía a mi familia desapareció.

Fui a la casa de mis padres porque mi madre me había llamado diciéndome que había estado enferma, en realidad quería decirme que se había enterado de mis visitas al Padre Johan y quería que la acompañará al orfanato, le iban hacer una pequeña entrevista, me negué y estaba por salir cuando pasé por el salón, mi padre y mi hermano estaban festejando. Me lo contaron, sin vergüenza, sin remordimiento, acababan de enganchar a varios clientes que les representarían una pequeña fortuna, un grupo de hombres ricos a los que la policía seguía  la pista por estar distribuyendo pornografía infantil

Mica no dijo nada, simplemente besó justo sobre su corazón.

Se quedaron varios minutos en silencio antes que ella comenzara a hablar.

-Miranda es mi media hermana, genéticamente, yo jamás he entendido la distinción, ella es mi hermanita, no hay mitades en eso.

Zek sintió un extraño calor en el pecho, ella no estaba compadeciéndose de él ni juzgando su historia, le estaba compartiendo la propia.

-Mi madre nunca lo ha dicho, ni siquiera a mí, lo sé porque mi papá y ella se iban a divorciar cuando yo tenía nueve, ya no compartían habitación desde hacía un buen tiempo, ella había descubierto que él tenía un amante, mal momento para salir del armario, murió en un accidente de auto poco después, yo... estaba aliviada cuando él se fue, ellos siempre peleaban, creía en mi mente de niña que él estaría en un mejor lugar y mamá y yo estaríamos bien, tranquilas. Ella estaba embaraza cuando él murió, todos dan por hecho que Miranda es hija suya, pero yo sé que no es así. No dije nada por mucho tiempo, me costó entenderlo del todo, cuando cumplí dieciséis pensé en hablar del tema con Sara, ella y yo nos habíamos distanciado bastante, tenía el cabello morado en esa época, ella estaba vuelta loca con eso y “la cosa” que me había puesto en la lengua.

Cuando se lo dije se alteró demasiado, lo negó, repetidas veces y cuando le dije que no me importaba que yo lo entendía, que podía hablar conmigo, ni siquiera sabía si ella había seguido viendo al padre de Miranda, ella me dio una cachetada y me dijo que el que yo fuera una zorra no era razón para qué pensará lo mismo de ella. Sé que lo dijo por que se sintió acorralada pero después de eso algo entre nosotras se rompió. Lo más ridículo es que en ese momento yo era virgen, la ironía es una perra.

Zek la abrazó más firmemente besando su cabeza, permaneciendo a su lado, compartiendo un silencioso apoyo, un agradecimiento sin palabras por haber compartido lo más profundo el uno con el otro.

Ella siguió los trazos contra su piel, delineando los tatuajes de su brazo libre.

-Un día voy a dibujarte, desnudo, intentaré capturar lo delicioso que te ves vestido solo con estos-, murmuró y él se rio jalándola para una beso largo y profundo

Cuando se separó Zek miró en sus ojos un brillo que le hizo querer saltar de alegría y huir al mismo tiempo.

-¿Vas a pagarme Candyfloss?

Ella ignoró la pregunta

-Dime tu nombre

Él solo arqueo una ceja

-Se que no es Zek, me gusta el nombre que tú elegiste, siempre serás Zeki para mí, pero quiero saberlo, quiero saber… todo de ti, por favor.

Él inhaló aire repentinamente casi ahogándose, de nuevo su boca se abrió antes de que pudiera pensarlo.

-Mateo.          

De pronto Zek se dio cuenta que no necesitaba dar la espalda a su familia, como con su nombre él podía escoger y la primera elección era la mujer que ahora lo besaba de nuevo.